De sueños y de mis primeras experiencias sensoriales

(Bolivia, marzo de 2013)

Esos recuerdos-momentos deben de haber sido de antes de que naciera Nicolás. Un tiempo en el que estaba mucho conmigo misma, solita (y chiquita). Antes de que la atención se desviara a otro ser humano, tal vez.
Los detalles, los olores, texturas, lo peludito de las hojas en los dedos y en la cara, el olor a verde. Así aprendí el verde. Debo haber dedicado varias horas a esas experiencias. Repetidas veces.
La abuela en el sueño de anoche me recordó esto. Ayer charlábamos con Víctor de nuestras abuelas. Los dos las extrañábamos. Y me visitó.

Nos abrazamos tan rico como solía ser, más en los últimos tiempos. Estaba en un hall con jardín, y se sentaba en el piso y jugaba con el pasto y las piedritas. Feliz. Serena. Acercaba su cara al suelo y experimentaba cada cosa de cerca.

Hace un rato, repasando el sueño, me acordé de mis primeras experiencias sensoriales en la terraza de la casa de Falcón.
Y ahora me acordé que a veces veía destellos en las plantas. Creía que eran sus almas, o seres amigos de ellas.

Datos aclaratorios:
* Nicolás es mi hermano menor, mi único. Mi cumple número 3 lo festejé en el sanatorio y me regalaron lo que yo más quería: un hermanito nacido justo el día anterior.
* Víctor nació en Tucumán. Nos conocimos viajando. Compartimos desde Tilcara (Jujuy, Argentina) hasta Sucre (Bolivia). Bella persona y gran artesano. Trabajaba metales y tenía muchas rodocrocitas. Le regaló algunas al Raul y el me regaló una a mi. Gracias a eso pude apreciar tan hermosas piedras. Una parecía un caramelo rosado y mi preferida dibujaba un embrión en su útero. Decían que era muy tranquilo y confiable para ser tucumano. Para mi era un alma muy sensible y disfruté las pocas pero íntimas charlas que tuvimos. Volvió a sus pagos porque extrañaba a su hijita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario