Descreída de todo.
(Qué absoluta!)
Mentira, no de todo.
De esto.
(Encontré un mosquito muerto entre las teclas del teclado.
Hace unos días aplaudí un mosquito acá mismo, aparentemente sin éxito. Digo que
es el mismo mosquito. Éxito ignorado, ahora auto-reconocido.)
Descreimiento no es lo mismo que Incertidumbre. El primero
niega, la segunda ignora.
El primero no implica Confianza de ninguna manera, la
segunda podría hacerse amiga.
Esperar no me sirve, pero es lo que por ahora hago, de a
ratos.
Y de a ratos, descreo.
De a ratos, confianza. Y son los mejores. Se me relaja el
alma, se me escapa una sonrisa de costadito.
Ay, ay, ay…
LUNES
Y de no creer en nada, tal vez eso traiga lo que deba ser.
En cuanto ya no tenga nada a que aferrarme, cuando nada me importe.
Tal vez ahí le importe. Tal vez ahí me encuentre.
Ya probé, estoy cansada. Ahora estoy cansada.
“No te vayas”. Mi conciencia sabía, pero mi inconciencia
sabía más. Sabía lo que mi niña gritaba. “Quedate.”
Qué vergüenza, qué tristeza.
MARTES
Ya no creo. Casi, casi que no creo.
Fondo?
Será… No es como el otro. No es tan húmedo. Es seco, frío.
Es solo. Corre un poco de aire, y no está del todo oscuro. Qué raro. Será otro
fondo. Probablemente, posiblemente, sí, es otro fondo. Qué bueno.
(Y qué empeño este de buscarle lo bueno a lo…)
Otro fondo. De este salgo sola. En un momento me voy a
encontrar afuera y seguramente no me haya dado cuenta de que estaba saliendo.
Esto lo sé por experiencia, aunque puedo sorprenderme. Estoy abierta a las
sorpresas. Qué la vida (mi vida, yo misma) me siga asombrando.
El “ciclismo” de la vida… Por cíclica, o porque me bicicletéa.
Pongo alguna ficha, si aún me queda, a la primera opción.
El puma y la tormenta